viernes, 5 de agosto de 2011

Un día menos, y descontando.

Verano. Lo que más ansiamos en invierno, lo que más necesitamos en pleno enero.
Siempre decimos: '¡Este verano será distino! ¡Va a ser mejor que el anterior!' Yo misma lo dije, pero ahora sé que me equivocaba.

No niego que los primeros días hayan sido increíbles, pero de un tiempo hasta aquí algo ha cambiado. Algo se ha esfumado. Los días no son iguales. Tengo la sensación de que, en vez de tener 24 horas, tienen el doble. Se me hacen eternos. Las ganas de salir se han disipado lentamente, la sonrisa se ha ido desvaneciendo poco a poco. Las noches son demasiado cortas en comparación con los días. Muchas veces desearía que no amaneciera, o por lo menos que ese vacío no existiera.

Creo que lo llaman añoranza, nostalgia, melancolía... La propia palabra me produce rechazo. No obstante, creo cuál es el problema. Es alta, con el pelo castaño y muy rebelde, ojos marrones y una sonrisa capaz de ilumiar el mundo entero incluso en la oscuridad. En este mismo instante se encuentra a eso de unos 1486 de aquí. Kilómetro más, kilómetro menos no marca la diferencia.

No es un capricho el querer tenerla cerca, el querer que esté aquí. Yo lo llamaría más bien necesidad. Necesidad de poder contar con ella para lo que sea. Y no, no es lo mismo hablar algo a distancia, aunque eso ayude a desahogarte.

Supongo que lo que me consuela, es que cada día que pasa es uno menos.