domingo, 27 de abril de 2014

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si aún fuésemos tú y yo

Del silencio de tus labios al vibrar de los míos,
pasando por sentimientos a mil revoluciones.
Revoluciones que no quisimos aprender a controlar
por el mero hecho de querer vivir deprisa.
Tan deprisa que el alrededor no existía
ni siquiera como un epígrafe de esta historia,
o al menos un aparte de la misma.

Pero si creíamos en los caballeros con armadura oxidada 
¿cómo íbamos a saber que eso de las almas gemelas 
no era más que cuento chino?
Un cuento precioso, por cierto.
Demasiado para ser real.

Que no hay más ciego que el que no quiere ver
y a ese juego nadie nos ganaba.
¿Ojos? ¿Para qué? Te siento y me sientes, con eso bastaba
o no…
Quizás sí, probablemente no.

Cada vez que me pregunto qué podríamos haber sido tú y yo
si aún fuésemos tú y yo la melancolía de lo imposible llena mis sábanas,
como hace algún tiempo las llenabas tú.

Que el cambio de papeles no entraba dentro del guion,
pero quizás no, probablemente sí eso era lo que necesitamos.
Misma historia, nuevo guion.
Yo, verdugo, clamando por tu amor, rey entre mil reyes.

Que en la vida hay más cajas de pandora de las que creemos,
y que tener una entre nosotros no es delito,
mientras no se abra.
Siempre me ha gustado la idea de guardar los males bajo llave,
y qué mejor lugar que una caja con nombre propio.

Y bueno, que el fin de la historia es el mismo, ninguno.
No hay final cuando la historia es buena,
de la misma manera que no hay historia sin personajes nuevos.

Pero que quede entre nosotros dos,
lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuésemos tú y yo
es nada más que un suicidio colectivo.
Y como por amor no se muere,
el tiempo nos enseñó a cambiar para seguir.
Seguir con esta historia en la que ni tú eres tú ni yo soy yo.

Jugar a desconocernos de nuevo.