¿Ha cambiado algo? No, no ha cambiado nada.
Sigo siendo yo, con mi sonrisa de cerámica y mi piel teñida por unos imperceptibles rayos de sol, con mi constelación de lunares alrededor del cuello y las caderas anchas. Pero me siento más mía, lo cual es extraño porque ahora también soy suya. Y cuanto más suya soy, más mía me siento.