Odiar. Hasta la misma palabra suena mal. Te llena de angustia, de incomprensión. Todos y cada uno de nosotros ha pronunciado la frase "te odio" en algún momento de nuestra vida. Pero, ¿realmente fue eso lo que sentimos en ese mimso instane? ¿Sentíamos odio, o fue algo dicho sin pensar, a la ligera? Seguro que algunos le hemos dirigido una frase de esa a nuestros padres, a alguna persona que creíamos que era nuestra amiga.
Tenemos un concepto muy equivocado de lo que es odiar. Muchas veces creemos odiar a unas personas, mientras alabamos a otra por el simple hecho de ser superior a nosotros. Sin tener en cuenta lo que ha hecho o lo que ha dejado de hacer. La raza humana es así, muy poca gente odia correctamente lo que merece ser odiado.
Es una sensación incontrolable, algo que no podemos remediar sentir hacia alguien o algo. Pero, ¿por qué no nos centramos más en querer como es debido, en amar a quién se lo merece y a quién espera ser amado y dejar de odiar? Odiar por celos, por envidia, por rencor, por rabia, por resentimiento. Odiar por odiar.