Mira, imagínate que mis manos son dos caminos. La que no tiene nada es el camino fácil y la que está llena de pulseras es el que tiene miles de piedras. ¿Sabes cuál elijo yo? El de las pulseras. ¿Por qué? Pues no lo sé. Puede que porque las experiencias que viviré cuando me equivoque, cuando me toque saltar todas esas piedras me llene muchísimo más que andar por un camino fácil, en el que no existen dificultades y siempre estás a salvo.