En la vida hay decisiones y decisiones. Por un lado están las decisiones "poco importante", decisiones que, independientemente de nuestra elección, no nos afectarán de manera significativa. Sin embargo, existen otro tipo de decisiones a las que me gusta llamar decisiones trascendentales. Y una decisión trascendental sería el hecho de tatuarse.
No vale con decir "éste es bonito, voy a tatuármelo". En mi opinión, para dar ese paso es necesario reflexionar y ser conscientes de que es para siempre, no de quita y pon. Por ello, debemos asegurarnos de que lo que nos vamos a tatuar significa tanto para nosotros que no nos importa llevarlo tinta en piel toda la vida.
Por otra parte, ¿el tamaño importa? Eso ya depende de cada uno. Seguro que todos hemos oído eso de "háztelo pequeñito, en un sitio donde no se vea". Madres y abuelas, no es vuestra elección, si el niño quiere tatuarse toda la piel que se la tatúe.
Sí es cierto que hoy en día juzgamos más a las personas por lo que vemos a simple vista que por lo que no vemos y eso nos lleva a pensar que la imagen "hacia el público" es mucho más importante que las capacidades que cada persona tenga. Nos guste o no, es así. Y a mí tampoco me gusta.
Y como no me gusta, ¿sabéis lo que os digo? Be yourself and fuck the rest, pero con cabeza.






