No nos paramos a pensar en por qué nos arrepentimos ahora y no hicimos lo correcto en ese momento. Tampoco en por qué hicimos lo que hicimos, dijimos lo que dijimos. Aunque a veces no es el haber dicho o hecho, sino el no haber dicho o el no haber hecho. O nos quedamos cortos, o hacemos de más. No tenemos término medio.Lo que sé, es que el pasado es pasado. Aunque lo deseemos con todo nuestro ser, no va a cambiar.
¿El problema? Siempre nos guiamos por nuestros impulsos. Y no digo que esté mal, sino que muchas veces nos juega una mala pasada y ya no hay vuelta atrás.
¿La solución? Pararnos a pensar un poquito antes de hacer o decir, antes de dar un paso en falso. Vale que de los errores se aprende, pero a veces el error es tan grande, que las consecuencias no nos van a permitir aprender.
