sábado, 2 de noviembre de 2013

¡Feliz consumo!

Un sol que raja las piedras, guiris quemados por la necesidad de broncear su blanquecina piel, pantalones cortos, aire acondicionado por las noches. Decorando las calles, copos de nieve, campanas y todo tipo de giraldas esperando ser encendidos dentro de… ¿un mes? Pues sí, esto es octubre. Que aunque durante los últimos días haya caído alguna que otra gota de lluvia, todos sabemos que el sol sigue ahí y que más de uno se va a la playa con complejo de turista.

En las puertas de los centros comerciales y tiendas, coloridos carteles con un “se hacen reserva para Navidad y Reyes” bien grande, para que los niños lo lean, que diga… los padres. Si es que ya no se tiene en cuenta la ilusión de lo más pequeños...

Pero espera, ¿he dicho Navidad? ¿Qué es eso? ¿No era algo del niño Jesús creo que se llamaba, y el nacimiento de no sé quién con no sé cuál mula y buey? Ah no, que según Benedicto no había ningún animalillo rondando por ahí. Todavía me pregunto si hay alguien capaz de resolver estas dudas tan existenciales.

Pero entonces… ¿y toda esta parafernalia? ¿Qué se celebra? Ah ya entiendo… el consumismo, ¿no? Sí, sí, el llamado marketing navideño. ¿No sabes lo que es? Yo te lo explico. Pues mira, el marketing navideño implica decorar las calles meses antes de la festividad, hartarnos día sí y día también con descansos publicitarios de “volvemos en cinco minutos” para anunciar todo tipo de Barbies, casitas de juguetes, Action Man y, no olvidemos, los anuncios de perfumes que una vez acaban no te acuerdas de cual era porque estabas más pendiente del tío que del nombre de la fragancia.

Además, el marketing navideño también es la capacidad y el poder, que solo algunos poseen, de convertir una fecha tan significativa como es la Navidad  en motivo de consumo. Pero tranquilo que aunque tú no tengas el poder para hacerlo, ellos acabarán convenciéndote de que las decisiones que ellos tomen, son las mejores.

También te diría que el marketing navideño son los padres y no ese tal Papá Noel, pero claro, supongo que eso ya lo sabrás gracias a nuestros amigos los carteles de las tiendas. Ah, se me olvidaba, que si algún día te dicen que la Navidad es una festividad religiosa que sólo celebran los creyentes, no les creas. No hay más que ver las casas de los agnósticos y ateos con los árboles de Navidad más caros, no vaya a ser que el del vecino sea mejor, el portal de Belén más grande y los mejores regalos de todo el vecindario.