
Otoño es sinónimo de melancolía, de tristeza. El otoño nos hace recordar, revivir momentos del pasado. Ese pasado que nos persigue y no nos suelta. Nuestra vida se vuelve monótona. Sábados y domingos en casa, una buena película, palomitas y una manta es lo único que necesitamos.
El otoño es tiempo de cambios. Al igual que las hojas caen para dar paso a otras nuevas, los pétalos que nos rodean, esas personas que ya caducaron, escapan para dejar un hueco que será completado próximamente.
Sin embargo, no todo es lo que parece. El otoño se viste de poesía romántica para invadir nuestras vidas. El pasado es un simple recuerdo que vuelve para insinuarnos lo valioso que es el presente. La lluvia, el olor a césped mojado, las gotas en los bancos y columpios, el viento ondeando con fuerza... pequeños placeres de la vida que muy pocos somos capaces de apreciar.
El otoño es un paraíso distinto. Y no hay mejor manera de disfrutar ese paraíso que con una buena compañía...
El otoño es tiempo de cambios. Al igual que las hojas caen para dar paso a otras nuevas, los pétalos que nos rodean, esas personas que ya caducaron, escapan para dejar un hueco que será completado próximamente.
Sin embargo, no todo es lo que parece. El otoño se viste de poesía romántica para invadir nuestras vidas. El pasado es un simple recuerdo que vuelve para insinuarnos lo valioso que es el presente. La lluvia, el olor a césped mojado, las gotas en los bancos y columpios, el viento ondeando con fuerza... pequeños placeres de la vida que muy pocos somos capaces de apreciar.
El otoño es un paraíso distinto. Y no hay mejor manera de disfrutar ese paraíso que con una buena compañía...